Víctor Rodríguez Ardura

Víctor Rodríguez Ardura

CONSULTOR, CONFERENCIANTE, COACH

¿Cómo definir de manera simple el propósito de tu organización?

El propósito no es un concepto nuevo en el Management, porque desde hace ya muchos años se ha hablado de la responsabilidad de las empresas en cuanto a su impacto en la sociedad. No obstante, en los últimos años el ruido mediático que se está generando en torno a la importancia del mismo junto con el de la cultura, los valores y en general, el rol y la responsabilidad de las empresas y el mundo corporativo en contribuir a un mundo mejor, es cada vez mayor. Como muestra de este auge, un estudio realizado por Ernst & Young y su EY Beacon Institute en el año 2016 y titulado “El estado del debate del propósito en los negocios”, nos explica que el número de publicaciones y artículos sobre el propósito en el mundo empresarial se ha multiplicado por cinco desde el año 1994, y empezó a crecer de forma exponencial en los últimos años sobrepasando incluso al del desarrollo sostenible o la sostenibilidad desde el año 2013 (dos tercios de los artículos y menciones  sobre el tema aparecen a partir de esa fecha). 


Volviendo a la historia, el concepto de propósito o de realización del bien común, aunque como vemos no es para nada nuevo, a finales del siglo pasado perdió vigencia (años 70 y 80 sobre todo) en favor del famoso y renombrado valor añadido para el accionista, que funcionó cual mantra en los años de exaltación del retorno de la inversión como indicador clave de gestión para las compañías y, en general, esa época donde la parte financiera era aparentemente el máximo objetivo empresarial. En los años 90 y de manera muy lenta y gradual empezó a emerger primero bajo el archiconocido concepto de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) y luego, ya en los albores de este siglo XXI, bajo el concepto de desarrollo sostenible, sostenibilidad, “triple bottom line” o valor compartido (“shared value”), como lo popularizó más recientemente Michael Porter. Si tratamos de elaborar una definición del mismo, quizás la más extendida pueda ser “la razón principal de una organización para existir” más allá de ganar dinero, y que hace que las personas de la misma se sientan motivadas cada mañana para ir a trabajar. Además, esa razón de existir aglutina a todos los grupos de interés (stakehoders) de la compañía en pos de lograr que impacte en el bien común, en concreto en tres ámbitos: el ámbito económico, el social y el medioambiental, es decir, las famosas 3 P’s de las que hablan los anglosajones: Profit, People & Planet y que conforman el concepto de sostenibilidad. Y es que, aunque con muchos matices, y aunque es evidente que el significado varía de compañía a compañía y en base al contexto concreto de cada una, la mayoría de las definiciones existentes en la literatura de gestión comparten que las compañías deben de crear valor no solo a un grupo de interés (léase accionistas) sino a todos los stakeholders o grupos de interés de la compañía, empezando por sus personas, como base para el bien común. Y en ese sentido veremos que un buen propósito aglutina las acciones de RSC y sostenibilidad, pero va un poco más allá pues pone a la persona en el centro, cosa que esas otras iniciativas no siempre hacen. 

Un marco fácil y simple

Pues bien, si tenemos en cuenta todos lo aspectos anteriores, está claro que podemos hacer una definición simple de Propósito como el auténtico “para qué” de la organización, es decir:

  • Para qué existimos como organización (razón de existencia).
  • Para qué fines del bien común contribuimos (sociales, económicos y/o ambientales).
  • Para qué se levantan las personas de mi organización cada mañana de lunes a viernes.
Diagrama Propósito - CC - Víctor Rodríguez Ardura

En la definición, es importante que estén presentes esas tres dimensiones, pues sobre ellas pivota el éxito de un buen propósito: fin último más allá de ganar dinero, contribución a la sociedad y a nuestros stakeholders y fuente de inspiración y desarrollo para nuestras personas y equipos.  Fijaos que digo el “para qué” y no el “por qué” pues si bien es “por qué” en inglés (“why”), en español la pregunta “por qué” nos puede hacer echar un vistazo hacia atrás, tratando de buscar justificaciones sobre las causas por las cuales hemos hecho algo o actuado, cuando en realidad lo que nos interesa es enfocarnos en el futuro, en la visión para los próximos años, lugar al que nos lleva más fácilmente la pregunta “para qué”, como sabemos muy bien los que también trabajamos como coaches.  Así pues y, en resumen, podemosdefinir el Propósito de una organización como la razón máxima para existir de una compañía en base a tres pilares: su negocio, su contribución externa y sus personas

  • Su negocio, el qué hacemos, porque cuanto más cerca esté el negocio de generar un impacto positivo en el mundo, más allá del dinero, mucho mejor.
  • Su contribución externa, porque su impacto en clientes, proveedores, instituciones y otros grupos de interés o stakeholders es básico para generar el bien común en la sociedad.
  • Sus personas, porque nada de esto tendrá sentido si el propósito no es capaz de inspirar a las personas y hacer que todo el tiempo que pasan trabajando pase a tener un sentido de contribución personal a una causa más grande o poderosa que la propia función o puesto que ocupan, o sea, al bien común. En definitiva, la respuesta al “¿Para qué me levanto cada mañana entre lunes y viernes?” es un elemento vital de motivación de la persona que trabaja en una organización.

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